Claroscuro

Lo expresaba Virginia Woolf: “Para disfrutar la libertad, tenemos que controlarnos a nosotros mismos”, y es que dicha pieza dancística que exploró la dualidad de una mujer que se encontraba en completa oscuridad y que a través de un viaje heroico logró encontrarse con su propia luz, dibujó a manera de metáfora, un camino sinuoso, un desierto colmado de pesadez que deja ver la lucha que se libra en el interior de uno mismo.

Claroscuro

Con Dramaturgia de Cinthya Oyervides, coreografía de María Fernández Báez y composición musical de Felipe Ignacio Noriega, se presentó en el Centro Cultural y Académico Teatro Casa de la Paz, la obra de teatro danza Claroscuro, a cargo de la compañía Luz y sombra. El performance introspectivo tuvo como intérpretes a Rosa Villanueva y Paulina Espinosa. La temporada que reabrió las puertas a los trabajos interdisciplinarios, concluyó las temporadas teatrales que se llevaron a cabo durante el mes de octubre del presente año (2024).

La danza contemporánea, por su naturaleza misma, es una lucha constante del cuerpo por mantenerse en movimiento y en calma al mismo tiempo.  Este equilibrio que puede resultar antagónico, se ejecutó hábilmente en un escenario esparcido de arroz que simulaban las dunas de un desierto. Entre el centro y el telón de fondo, con el tablón hacia el público, una mesa en horizontal, al principio de la obra sirvió de muro y posteriormente este mismo elemento escénico se transformó en un escenario en sí mismo. Sobre la derecha y al fondo del entarimado, se colocó una figura a escala media de una ola de mar. La iluminación casi en todo momento se bañó de tonalidades frías, entre azules y blancas, en momentos, también, una luz ámbar coloreaba los cuadros de un marrón pardo. La música, cargada de percusiones y sonoridades al parecer estocásticas, se adherían con los movimientos dinámicos de las bailarinas.

El Teatro Casa de la Paz promueve en su vida académica y cultural las actividades artísticas que experimentan propuestas multi estéticas, enriqueciendo nuestra casa abierta al tiempo.  

Texto: Víctor Hugo Vargas
Foto: Mario Alberto Delgado